martes, 31 de julio de 2012

Sobre el lagarto numerado y el teléfono negro I

Estilo de la entrada: Carente de brillo alguno, totalmente soso e insípido.


Nota aclaratoria: No.Se.Usar.Los.Signos.De.Puntuación. 




Introducción:




Silvia jamás existió. 



-Por aquí no ha estado, deberías llamar a Ramiro. Seguro se fueron al monte por hongos. 
-Si, seguramente... De todas formas gracias Ed. 
-¿Estas bien? Te oigo preocupada.
-No, para nada, solo he estado algo estresada estos días.
-Ok, no te preocupes. Si necesitas algo aquí estoy yo. 
-Si, lo tendré en cuenta. Gracias de nuevo. Chao Ed.
-Chao Silvia. 


Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiib


Silvia colgó el teléfono y se sentó desanimada en el sillón. Hacía cuatro días que no tenía noticias de Alejandro y ya se empezaba a preocupar. Cerró los ojos y dio un suspiro, contó hasta diez e intento calmarse. 


"Debe estar de paseo, es lo mas probable..."


Mas tranquila se levanto del sillón para estirar las piernas. Al hacerlo, boto al piso la libreta verde en la que anotaba los números de sus amigos. Se agacho para recogerla y de repente se sintió extrañamente mareada. A gachas se bamboleo entre el sillón y la mesa de centro, dio  una dos y tres vueltas para que su sien terminara besándose con una afilada esquina de madera.


Muchos años después, Alejandro Buenavista, ya casado y con hijos (empelotado y fusilado), solo se quejaba de haber tenido que cambiar la alfombra del apartamento por culpa de una rara mancha roja que apareció entre el sillón amarillo y la linda mesa de centro que, según Angela su mujer, era de cedro barnizado.  


Silvia desapareció una noche de carnaval. Silvia se fue y no limpio la mancha que dejó en el sillón.